Retrato realizado por Juan de Ávalos para la portada del libro, "Antonio Ayora y el Aula de Teatro del Instituto San Isidro de Madrid (2002)
Como en todas las familias, en la mía también había un personaje que se iba de los cauces, antaño marcados como socialmente correctos.
La verdad es que lo conocí poco, el vivía en Madrid y yo en Valencia, pero dejó una profunda huella en mí y en mi forma de ser, murió pronto, cuando yo todavía no tenía carnet de conducir, lo cual posiblemente nos hubiera acercado un poco más.
Mi tío Antonio era hijo de un hermano de mi abuelo materno, eran originarios de Teruel y tanto mi tio-abuelo Antonio, al que no conocí como mi abuelo, Modesto, supieron abrirse camino en la vida. El traslado a Madrid de la familia de mi tío se debió a los negocios de su padre, que lo llevaron a vivir en un chaletito de la Ciudad Lineal.
Mi tío empezó a estudiar ingeniería de caminos hasta que un golpe adverso en los negocios de su padre le obligaron al abandono de la carrera, lo que le hizo tocar muchos palos, entre ellos el teatro, al cual se aficionó de la mano, primero de Cipriano de Rivas Cherif y después de Federico García Lorca, trabajando en la Barraca, llegó la guerra afiló la pluma y aprovechando la experiencia adquirida trabajó para el comisariado del Ejercito Republicano. Derrotada la República fue huésped de los presidios del "nuevo régimen", condenado a muerte, le fue conmutada la pena por trabajos forzados en el Valle de los Caidos, donde trabó amistad con Juan de Ávalos, amistad que conservó siempre.
Terminada la condena retomó los estudios pero con una orientación completamente distinta a la inicial, filosofia y letras y un puesto en el Instituto de San Isidro de Madrid le llevaron a crear un Aula de teatro del que salieron muy buenos y conocidos actores.
De mi tío Antonio aprendí la constancia en la lectura, todos los años, desde que tengo uso de razón y hasta su muerte, esperaba con avidez el 12 de junio y el 5 de enero , víspera de nuestra onomástica y de reyes fechas en las que invariablemente el cartero notificaba la llegada de un paquete postal, que como no podía ser de otra manera, contenía una extensa carta y libros, libros que como buen docente sabía elegir, iban adaptándose a mi edad y hacían despertar en mi el interés por la lectura. Pocas veces tenía noticias de él a lo largo del año, alguna visita fugaz durante el verano y algún comentario telefónico con su hermana, mi tía Adela y que casi siempre se circunscribía a ¿Qué sabes de Antonio? contestado con el consabido "está bien, metido en sus cosas".
Cuando tenía quice años y el segundo sueldo en el bolsillo, el primero lo di de entrada para comprarme la Espasa, quedé con él en Madrid y tras cinco horas de viaje en autobús llegué a la capital y con tan excelente guía descubrí el Prado, el Círculo de Bellas Artes, el Ateneo y cuanto de interés era posible ver en tan solo tres días, también y con ese segundo salario fui a Casa Seseña, en la calle de la Cruz, donde me compré, aconsejado por mi tío, una capa española que todavía conservo y me pongo en ocasiones especiales. Tenía un afán de imitación muy grande de quién para mí era una persona excepcional y él era de la Asociación de Amigos de la Capa.
Fue la última vez que le vi, murió en silencio, casi en secreto, cuando nos enteramos ya estaba enterrado, de su casa recuerdo, sus libros, más de 15.000, algunas maquetas originales de las esculturas de Ávalos e infinidad de recuerdos de Juan Ramón Jiménez y Zenobia Camprubí, de Buñuel y de otros importantes intelectuales.
Como epitafio un artículo de Fernando Fernán Gómez en el dominical del País, después ausencia y silencio.
En el 2002 llegó a mis manos el libro "Antonio Ayora y el Aula de Teatro del Instituto San Isidro de Madrid", de Juan Aguilera Sastre, editado por el Centro De Documentación Teatral, mi tío había existido de verdad el mito construido de niño era como si se hubiera hecho real, poco después leyendo el libro "El tiempo Amarillo" (1990) de Fernando Fernán Goméz, me encontré con el siguiente párrafo: "Para suplir a los actores que no podían o no querían tomar parte en la turné se incorporaron otros. Uno de estos era un joven afín a la Barraca o a las Milicias Universitarias, Antonio Ayora, con el que durante la excursión trabé gran amistad. Nos unió nuestra afición a la literatura, muy poco extendida entre los cómicos de entonces. También me acompaño a visitar los monumentos del pasado de Valladolid, Palencia, Burgos, Salamanca y me orientó en ellos. Antonio Ayora era de familia modesta, pero un vecino suyo, pianista, había refinado sus gustos despertando en él la afición por las artes. Influyó mucho en mis lecturas y me descubrió nombres de autores para mí desconocidos. Tenía yo diecinueve años y el treinta, y había conocido a García Lorca. Esas circustancias le daban ante mí un enorme prestigio. Entre sus escritores preferidos hablaba de uno con particular entusiasmo, un rumano que se llamaba Panait Istrati, del que yo aún no había oido hablar. Quizas a la vuelta a Madrid me prestara alguna de sus obras, aunque hoy no lo recuerdo, pero la verdadera revelación de este autor me llegaría unos años más tarde."
Más adelante dice Fernán Gómez: "Ayora no me ocultó sus tendencias izquierdistas, muy próximas al socialismo. Se sentía, en primer lugar, partidario de la redención de los obreros, aunque no tenía muy buena opinión de ellos. Por eso, precisamente, pensaba que era necesario redimirlos, sacarlos del pozo de incultura en que estaban sumidos."
De repente, al cabo de los años descubría que mi tío no era solamente mio y eso me hizo sentir mucho mejor, su labor fue eficaz, otros también habían seguido sus consejos, habían encontrado en los libros una forma de redención, yo estoy en deuda y debía compartir los recuerdos que me quedan de él.
La verdad es que lo conocí poco, el vivía en Madrid y yo en Valencia, pero dejó una profunda huella en mí y en mi forma de ser, murió pronto, cuando yo todavía no tenía carnet de conducir, lo cual posiblemente nos hubiera acercado un poco más.
Mi tío Antonio era hijo de un hermano de mi abuelo materno, eran originarios de Teruel y tanto mi tio-abuelo Antonio, al que no conocí como mi abuelo, Modesto, supieron abrirse camino en la vida. El traslado a Madrid de la familia de mi tío se debió a los negocios de su padre, que lo llevaron a vivir en un chaletito de la Ciudad Lineal.
Mi tío empezó a estudiar ingeniería de caminos hasta que un golpe adverso en los negocios de su padre le obligaron al abandono de la carrera, lo que le hizo tocar muchos palos, entre ellos el teatro, al cual se aficionó de la mano, primero de Cipriano de Rivas Cherif y después de Federico García Lorca, trabajando en la Barraca, llegó la guerra afiló la pluma y aprovechando la experiencia adquirida trabajó para el comisariado del Ejercito Republicano. Derrotada la República fue huésped de los presidios del "nuevo régimen", condenado a muerte, le fue conmutada la pena por trabajos forzados en el Valle de los Caidos, donde trabó amistad con Juan de Ávalos, amistad que conservó siempre.
Terminada la condena retomó los estudios pero con una orientación completamente distinta a la inicial, filosofia y letras y un puesto en el Instituto de San Isidro de Madrid le llevaron a crear un Aula de teatro del que salieron muy buenos y conocidos actores.
De mi tío Antonio aprendí la constancia en la lectura, todos los años, desde que tengo uso de razón y hasta su muerte, esperaba con avidez el 12 de junio y el 5 de enero , víspera de nuestra onomástica y de reyes fechas en las que invariablemente el cartero notificaba la llegada de un paquete postal, que como no podía ser de otra manera, contenía una extensa carta y libros, libros que como buen docente sabía elegir, iban adaptándose a mi edad y hacían despertar en mi el interés por la lectura. Pocas veces tenía noticias de él a lo largo del año, alguna visita fugaz durante el verano y algún comentario telefónico con su hermana, mi tía Adela y que casi siempre se circunscribía a ¿Qué sabes de Antonio? contestado con el consabido "está bien, metido en sus cosas".
Cuando tenía quice años y el segundo sueldo en el bolsillo, el primero lo di de entrada para comprarme la Espasa, quedé con él en Madrid y tras cinco horas de viaje en autobús llegué a la capital y con tan excelente guía descubrí el Prado, el Círculo de Bellas Artes, el Ateneo y cuanto de interés era posible ver en tan solo tres días, también y con ese segundo salario fui a Casa Seseña, en la calle de la Cruz, donde me compré, aconsejado por mi tío, una capa española que todavía conservo y me pongo en ocasiones especiales. Tenía un afán de imitación muy grande de quién para mí era una persona excepcional y él era de la Asociación de Amigos de la Capa.
Fue la última vez que le vi, murió en silencio, casi en secreto, cuando nos enteramos ya estaba enterrado, de su casa recuerdo, sus libros, más de 15.000, algunas maquetas originales de las esculturas de Ávalos e infinidad de recuerdos de Juan Ramón Jiménez y Zenobia Camprubí, de Buñuel y de otros importantes intelectuales.
Como epitafio un artículo de Fernando Fernán Gómez en el dominical del País, después ausencia y silencio.
En el 2002 llegó a mis manos el libro "Antonio Ayora y el Aula de Teatro del Instituto San Isidro de Madrid", de Juan Aguilera Sastre, editado por el Centro De Documentación Teatral, mi tío había existido de verdad el mito construido de niño era como si se hubiera hecho real, poco después leyendo el libro "El tiempo Amarillo" (1990) de Fernando Fernán Goméz, me encontré con el siguiente párrafo: "Para suplir a los actores que no podían o no querían tomar parte en la turné se incorporaron otros. Uno de estos era un joven afín a la Barraca o a las Milicias Universitarias, Antonio Ayora, con el que durante la excursión trabé gran amistad. Nos unió nuestra afición a la literatura, muy poco extendida entre los cómicos de entonces. También me acompaño a visitar los monumentos del pasado de Valladolid, Palencia, Burgos, Salamanca y me orientó en ellos. Antonio Ayora era de familia modesta, pero un vecino suyo, pianista, había refinado sus gustos despertando en él la afición por las artes. Influyó mucho en mis lecturas y me descubrió nombres de autores para mí desconocidos. Tenía yo diecinueve años y el treinta, y había conocido a García Lorca. Esas circustancias le daban ante mí un enorme prestigio. Entre sus escritores preferidos hablaba de uno con particular entusiasmo, un rumano que se llamaba Panait Istrati, del que yo aún no había oido hablar. Quizas a la vuelta a Madrid me prestara alguna de sus obras, aunque hoy no lo recuerdo, pero la verdadera revelación de este autor me llegaría unos años más tarde."
Más adelante dice Fernán Gómez: "Ayora no me ocultó sus tendencias izquierdistas, muy próximas al socialismo. Se sentía, en primer lugar, partidario de la redención de los obreros, aunque no tenía muy buena opinión de ellos. Por eso, precisamente, pensaba que era necesario redimirlos, sacarlos del pozo de incultura en que estaban sumidos."
De repente, al cabo de los años descubría que mi tío no era solamente mio y eso me hizo sentir mucho mejor, su labor fue eficaz, otros también habían seguido sus consejos, habían encontrado en los libros una forma de redención, yo estoy en deuda y debía compartir los recuerdos que me quedan de él.
6 comentarios:
con el tiempo, me he dado cuenta de que los mejores recuerdos son siempre de la gente que te hace "leer"-la gente que te presta libros, sobre todo.
Parece que por medio de la literatura nos toquen un poco, a parte de la mente, también el alma.
Tienes razón Alex, creo que el aficionar o acostumbrar a la lectura es un gran legado, es la forma de hacer personas con criterio de abrir horizontes, otra cosa es encauzar a determinadas lecturas, o prohibir otras.
Querido Tono: Enhorabuena por la semblanza de tu tío y por su vida y figura, tan llenas de interés por varios e importantes conceptos. Como tasmbién mi abuelo era literato, de la misma tendencia política, comisario como él durante la Guerra y también condenado a muerte por los mismos absurdos motivos, puedes imaginar cuánto me ha interesado y me interesará todo lo que acerca de él puedas descubrir y descubrirnos. Por cierto, creo recordar que Istrati era, efectivamente, un escritor muy apreciado en medios españoles avanzados en aquel entonces como las publicaciones anarquistas.
Enhorabuena de nuevo y un abrazo.
Fui alumno de Antonio Ayora, y miembro del Grupo de Teatro. Aunque explicaba Literatura (por cierto, con una capacidad impresionante para hacernos desear leer a los autores), también le tocó un año enseñarnos Historia del Arte, y lo hizo de maravilla, con unas inolvidables salidas al Museo del Prado. Incluso dedicó bastantes sesiones a hacer audiciones literarias grabadas, así como de música clásica.
Por cierto, en alguna de las visitas le acompañó un sobrino que creo que vivía con él; y, evidentemente, no eras tú, que estarías entonces en Valencia.
Hola a todos:
Yo también fui alumno de D.Antonio en el Instituto de San Isidro, allá por 1.964 y 65 y colaboré en el Grupo de Teatro. ¡Qué gran Maestro!. Era el único profesor al que seguíamos escuchando al dar la hora. Nos contagiaba su amor por la Literatura y más concretamente por el Teatro. Llegó incluso a conseguirnos entradas para asistir a representaciones en el teatro Español y alguno más, cosa inusual en aquella época. Recuerdo que de entre nosotros hubo varios que, gracias a D.Antonio, hicieron del teatro su profesión. Entre otros, espero que no me falle la memoria, Emilio Gutiérrez Caba, José Carabias, Manuel Galiana, los Collado y creo recordar a Amparo Pamplona, que venía de otro Grupo teatral que D.Antonio había creado en un Colegio femenino en el que también daba clase, pero de ésto último tengo mis dudas.
No me enteré de su muerte hasta pasados unos años y la sentí profundamente. Se había ido una persona a la que siempre estaré agradecido. Por tanto, Tono, puedes sentirte muy orgulloso de tu tío.
SOY SOBRINA DE ANTONIO AYORA Y RESIDO EN TERUEL
ME LLAMO Mª PILAR-GABRIELA BOBED Y SOY POR PARTE PATERNA NIETA DE GABRIELA AYORA GOMEZ, HERMANA DE MODESTO, FELIX Y ANTONIO.GABRIELA ERA POR TANTO MADRE DE MI PADRE JOSÉ BOBED AYORA.
EL OTRO DIA QUERIA SABER UNA INFORMACIÓN DE ANTONIO Y ENTRE POR INTERNET AL I.E.S. SAN ISIDRO DE MADRID Y OJEANDO ENCONTRE UNAS FOTOS ANTIGUAS DE LOS AÑOS 66/68 EN DONDE EL VENIA FOTOGRAFIADO Y LO RECORDE YA QUE YO SOLO LO VI UNA VEZ EN MADRID.
AVANZANDO EN LA INFORMACIÓN DESCUBRI EL LIBRO "ANTONIO AYORA Y EL AULA DE TEATRO DEL INSTITUTO SAN ISIDRO DE MADRID" Y SIGUIENDO LA INVESTIGACIÓN DESCUBRI QUE HABINA UNA PÁGINA "MI TIO ANTONIO" ESCRITA POR TONO G. AYORA.
AHORA QUE TE HE CONTADO UN POQUICO DE MIS ORIGENES QUISIERA PONERME EN CONTACTO CONTIGO PARA SABER UN POCO DE NUESTRAS FAMILIAS.
MI CORREO ELECTRONICO ES pbobed@aragon.es.
un saludo
pilar
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